Pedro Félix Vicuña, padre Benjamín Vicuña
Revolucionario, patriota, liberal, parlamentario, filósofo, economista, ensayista, periodista, comerciante y empresario minero. Encabezó la guerra civil de 1851.
Nació en Santiago el 21 de febrero de 1805. Su padre fue Francisco Ramón Vicuña Larraín y su madre Mariana de Aguirre y Boza. Se casó con Carmen Mackenna Vicuña, y tuvo 13 hijos.
Su pensamiento político y su accionar, al igual que el de su familia, ocasionaron que durante gran parte de su vida fuera perseguido, desterrado o estuviera en la clandestinidad.
A los 6 años, se escondió junto a su familia en la Hacienda que su abuelo tenía en Catapilco, pues su padre Francisco Vicuña era perseguido por gobierno del general José Miguel Carrera. Durante la reconquista española, Francisco Vicuña fue desterrado, por lo que él pasó nuevamente a la clandestinidad.
Cuando tenía 20 años, se trasladó a Valparaíso. Allí aprendió tipografía y fundó su primera imprenta, "El Comercio". Creó el "Telégrafo Mercantil", el primer diario del puerto, y luego el "El Mercurio de Valparaíso", convertido hoy en el periódico más antiguo del país. Así empezó su carrera como periodista.
Participación política
Fue un acérrimo liberal, que desde la prensa, desde sus escritos, como hombre público y en el mismo campo de batalla, luchó firmemente contra los conservadores y frente a las injusticias sociales.
Cuando su padre Francisco Vicuña ocupó la Presidencia de la República, en medio de la presión conservadora previa a la Guerra civil de 1829, su hijo Pedro Félix Vicuña lo ayudó en las tareas gubernamentales. Sin embargo, con el triunfo conservador, los Vicuña tuvieron que escapar y refugiarse en Coquimbo.
En las tres décadas de dominio conservador (1831-1861) denunció las arbitrariedades e injusticias del régimen, y propuso proyectos para cambiar el sistema imperante.
Su pensamiento se plasmó en publicación de diversos artículos, folletos, diarios y libros, como: Único asilo de las repúblicas hispano-americanas (1836); El Elector Chileno (1840); El Observador (1842-43); Cartas sobre bancos (1845), La Reforma (1850) y El porvenir del hombre (1958).
También participó en organizaciones opositoras al régimen. En 1842 proclamó la candidatura del general Ramón Freire. Junto con los liberales Francisco Bilbao y José Victorino Lastarria crearon la Sociedad Caupolicán (1845). Un año después organizó el Partido de Oposición, junto con Pedro Godoy.
La represión y los estados de excepción fueron la tónica del período, contra los opositores al régimen y las capas más desvalidas de la sociedad (Pinto y Salazar, 1999: 135). El líder opositor fue encarcelado y desterrado. Partió a Lima el 8 de mayo de 1846.
Regresó a Chile un año después. Y en 1851 encabezó la guerra civil, donde los liberales intentaron derribar el régimen conservador. Fue intendente de Concepción cuando esa provincia se alzó en armas y, más tarde, secretario general del ejército revolucionario de José María de la Cruz, correspondiéndole la dirección política del gobierno revolucionario.
La derrota de los liberales lo llevó de nuevo a la clandestinidad. El retiro a la vida privada hizo cristalizar su pensamiento político, en el libro El porvenir del hombre, o, Relación íntima entre la justa apreciación del trabajo y la democracia.
Con el triunfo del gobierno liberal de José Joaquín Pérez (1861-1871), Pedro Félix Vicuña retornó a la escena política. Como parlamentario propuso reformar la Constitución, crear un banco nacional, un tribunal de Minería y la abolición de prisión por deudas. Sólo este último proyecto fue aprobado.
Falleció en Santiago el 24 de mayo de 1874. El país lo despidió con un duelo nacional.
Progresista y radical
El pensamiento de Pedro Félix Vicuña fue progresista y radical incluso para los liberales de su época. Los historiadores Julio Pinto y Gabriel Salazar lo tildan de "social-productivista en lo económico pero 'liberal' en lo político" (1999: p. 144).
Al respecto el mismo Pedro Félix Vicuña señala: "Mi[s] pensamiento[s] [...] me llevaron a fijar como principio incontestable, de que la democracia sería inconsistente y nula mientras el trabajo del hombre no obtuviese la parte que le correspondía en la formación de la riqueza" (Vicuña, 2010: p.13).
Sus propuestas más destacadas se condensaron en su máxima obra, El porvenir del hombre:
- Fomentar y proteger la industria nacional: "Para liberar a la industria de la tiranía del capital no hay más recurso que la organización del crédito público, y la creación de un banco nacional, que baje los intereses hasta un mínimo que aleje toda competencia [...] (esto) traerá la ruina de la usura, y la nulidad de esta clase funesta, que sin producir nada ha levantado su socio sobre los escombros y ruinas de la industria [...]En mi concepto Chile está llamado a ser un pueblo fabril e industrial" (Vicuña, 2010: p.12).
- Trabajo productivo: "¿Quién se atreverá a negar que sólo el trabajo produce? ¿No es éste el principio elemental de la ciencia económica?[...] Si el hombre es el que ejecuta el trabajo, es incuestionable que él cría la riqueza y es su dueño" (Vicuña, 2010: p.10).
- Sistema económico proteccionista: "Abrir en todos sus ramos una entrada al comercio extranjero, es cerrarnos la puerta para no llegar jamás a ser fabricantes, es proteger una competencia al trabajo de nuestra población (Vicuña, 2010: p.204).