Francisco Ramón Vicuña, el abuelo paterno de Benjamín Vicuña
Patriota y político liberal de las primeras décadas de la República, Francisco Ramón Vicuña participó activamente en la causa independentista. Fue diputado, senador, ministro de Hacienda y del Interior, y Presidente de la República.
Nació en Santiago en 1775. Hijo de Francisco Vicuña Hidalgo y María del Carmen Larraín Salas. Se casó con Mariana Aguirre y Boza, hija del Márquez de Montepío. Perteneció a la aristocracia criolla.
Con el inicio del proceso independentista en Chile, Francisco Vicuña figuró entre los promotores del movimiento. En 1811 creó una fábrica de fusiles y formó parte del primer Congreso Nacional.
En 1814 fue desterrado a Mendoza por el gobierno del general José Miguel Carrera, junto con otros miembros del grupo político Los Ochocientos, en que participaba. Volvió durante la Patria Nueva, y el Director Supremo Bernardo O'Higgins lo nombró delegado en el norte del país para que designara las autoridades políticas.
Durante los gobiernos liberales de 1823-1829 Vicuña ingresó a la carrera parlamentaria. Se destacó por sus proyectos de ley para abolir los mayorazgos y establecer una legislación civil y criminal.
Con el gobierno de Ramón Freire fue ministro de Hacienda y del Interior. El 14 de julio de 1829 fue designado Presidente provisorio de la República, durante tres meses, en una época que estallaba la guerra civil de 1829 entre pipiolos y pelucones.
En el libro Iconografía, Eugenio Orrego señala que "su gobierno fue tormentoso pues encaró un período difícil, en que las fuerzas reaccionarias se aprestaban a la conquista violenta del poder y a la anulación de los principios liberales que formaban el régimen imperante" (1939: p. 43).
El Presidente Francisco Vicuña procuró estabilizar Chile. Para ello trasladó las sesiones del Congreso a Valparaíso e intentó impulsar la descentralización administrativa del país. Incluso buscó cambiar la bandera nacional.
También quiso modificar los planes de estudios para fomentar la educación pública y obrera y preparó un plan de obras públicas, pero sus ideas no se llevaron a cabo debido a que la revolución conservadora encabezada por Diego Portales estaba en marcha.
Los ciudadanos, en su mayoría pelucones y comerciantes, exigieron la renuncia del Presidente Francisco Vicuña, pero éste se negó: "he recibido el poder en manos del Congreso [...] y sólo al Congreso puedo entregarlo" (Anales, 1932).
Los conservadores asaltaron el palacio de Gobierno y entraron al despacho presidencial, y Vicuña tuvo que "refugiarse en los departamentos privados, donde pasó toda la noche junto a edecanes y ministros [...] que permanecieron armas al brazo" (Anales, 1932).
Los pelucones triunfaron, y con esto terminó su vida política.