Benjamín Vicuña Mackenna y su concepto moralizador del pueblo
En su calidad de Intendente de Santiago, Benjamín Vicuña Mackenna consideró necesario abordar el problema de la mendicidad y la miseria.
Para la visión del intendente, no era posible una ciudad con brechas sociales tan abismantes, donde la opulencia y la ostentación eran la característica del centro de la capital, mientras tanto las clases trabajadoras eran el reverso de la medalla, donde se vivía pobreza, marginación y problemas sociales.
El intendente buscaba moderar lo que consideraba los "vicios del pueblo", y "ordenar" el "desorden" que se producía en los suburbios de la capital. La civilización debía entrar a normar, paulatinamente a la ciudad bárbara.
Con la intención de dar una buena imagen a la ciudad, planteó la necesidad de poner fin a la mendicidad en las calles, estableciendo por decreto su prohibición.
A juicio del intendente, el país contaba con alimentos y trabajo para albergar a la mano de obra desocupada y por tanto, la mendicidad solo tenía su explicación debido a la ocio:
"La mendicidad entre nosotros no tiene sino pues una esplicacion lejítima: el ocio. La carencia de brazos tiene idéntica razon de ser: el ocio. I por esto se ha intentado suprimir las dos plagas a la vez"
(Vicuña Mackenna, Benjamín: 1873, p. 199-200. Se ha respetado la ortografía original).
Sin embargo, la medida fue inútil, la miseria continuó, de la misma manera que las habitaciones insalubres y los ranchos donde sobrevivían los pobres de la ciudad.
La diferencia estuvo en que si hasta ese momento la opulencia y la miseria compartían espacios comunes, ahora comenzaban a distanciarse con mayor claridad.