Medicina de los pueblos originarios a ojos de Vicuña Mackenna
Un capítulo interesante de destacar en "Médicos de Antaño" se refiere a la práctica de la medicina entre los pueblos originarios.
Ellos- relata Vicuña Mackenna- "conocían casi todas las enfermedades que nos afligen, con excepción de las más horribles que la civilización ha importado, como las viruelas, la sífilis y el cólera. A todas las fiebres llamaban chaualoncos (por el sopor que producen en el paciente), de chavo (modorra) y de lonco (cabeza); y sufrían como los demás mortales, la ciática, que llamaban fughllin, el asma rnurin, la hernia paguacha, mal común del bárbaro: la demencia pual, y la sarna, que denominaban con propiedad zarpullido del infierno: alhué-pitu, de pitu (escocer) y de alhué (averno)". (Vicuña Mackenna, 1877, p. 14)
El emblema de su medicina era la famosa piedra bezoar, que se "exportaba como la canchalagua para la botica de los reyes sifilíticos de España, y no era sino una especie de empacho vegetal o cálculo vegetal formado en las entrañas de los guanacos. La raspaban y bebían los polvos". (Vicuña Mackenna, 1877, p15)
El autor señala en este libro que los pueblos originarios conocían "de una manera prodigiosa el herbolario de su suelo, y sacaban partido de las yerbas, de las flores, de los árboles corpulentos, de las cortezas, de las lianas, de las raíces, del fruto en su germen y en su madurez, de las hojas y de los retoños mismos". (Vicuña Mackenna, 1877, p17)