El cerro Santa Lucía, ubicado en pleno centro de Santiago, ha sido testigo de los cambios que ha tenido la ciudad a lo largo de su historia. Durante siglos, distintos grupos lo han utilizado para las más variadas funciones: originalmente, los pueblos prehispánicos lo llamaron "Huelén" y lo consideraron como un sitio sagrado; a fines del siglo XIX, se convirtió en uno de los más populares paseos públicos de los santiaguinos; hoy, recibe a miles de turistas nacionales y extranjeros, quienes recorren con entusiasmo esta atracción imperdible dentro del circuito capitalino. Además, a este lugar se asocia un momento crucial en la historia de la ciudad: nada menos que el de su fundación en 1541, cuando Pedro de Valdivia y sus huestes dieron al cerro su nombre actual.
Como sea, la creación del paseo Santa Lucía representa, por sí misma, un hito significativo dentro de la historia de Santiago, pues fue uno de los proyectos emblemáticos del proceso de transformación urbana liderado por el intendente Benjamín Vicuña Mackenna en la segunda mitad del siglo XIX. Gracias a su iniciativa, el cerro –hasta entonces un inhóspito peñón rocoso– se convirtió en un espacio público dotado de senderos, jardines y esculturas traídas especialmente de Europa, prototipo de la ciudad limpia, bella y civilizada que imaginó.
Patrimonio vivo y disonante
¿Cómo ha cambiado este lugar desde 1874, año en que se inauguró el paseo Santa Lucía? ¿Qué funciones cumple y qué significados tiene para los habitantes de Santiago a más de 140 años desde entonces? ¿Qué conflictos y disputas se asocian a este espacio declarado Monumento Nacional en 1982?
Los numerosos escritos que dejó Vicuña Mackenna sobre el Santa Lucía revelan que, en su origen, el proyecto se inscribió dentro de una estrategia de modernización de la ciudad, coherente con el pensamiento higienista tan en boga a mediados del siglo XIX. Volviendo la mirada a la actualidad, una serie de estudios, noticias y planes vinculados al cerro dan cuenta de que el legado del intendente permanece vigente, algo que también se ve reflejado en la preocupación que tanto instituciones públicas como agrupaciones de la sociedad civil guardan hacia este hito urbano.
Reflexionar sobre la forma en que ocupan y se apropian hoy de este espacio actores sociales tan disímiles como la comunidad LGTBI, los grupos indígenas y los turistas, por ejemplo, permite comprender la importancia que este espacio tiene para la identidad urbana de Santiago y las múltiples caras que adopta. En el cerro Santa Lucía confluyen prácticas, discursos, imaginarios y valores muchas veces en conflicto, lo que confirma su estatus de patrimonio vivo, dinámico y disonante.
Descarga el artículo completo “El cerro Santa Lucía ayer y hoy: transformaciones, usos y apropiaciones del legado urbano de Vicuña Mackenna", por Bárbara Ossa González.