Ciclo-inclusión: el desafío de todas y todos
El desarrollo del paradigma de la ciclo-inclusión en ciudades de América Latina y el Caribe es todavía una materia pendiente. Pese a ello, hay motivos suficientes para pensar que esta realidad está cambiando principalmente porque existe una relectura del concepto de movilidad. El mejor referente es Chile: aun cuando en nuestro país impera el paradigma del petróleo, quienes toman las decisiones y planifican las ciudades poco a poco han ejecutado estrategias para fomentar una política ciclo-inclusiva dentro de su plan de acción.
Así lo demuestran aquellas autoridades que están cada vez más abiertas a promover el uso de la bicicleta mediante la creación de infraestructura adecuada y a través de actividades que la reconocen no sólo como un medio de transporte, sino también como un vehículo que contribuye a combatir el cambio climático y que impacta positivamente los hábitats humanos en términos de salud, medio ambiente e inclusión social. Por otra parte, los ciudadanos, cada vez sensibilizados sobre los múltiples beneficios del uso de la bicicleta a nivel personal y colectivo, entienden que no basta con pedalear. Hoy sus demandas se centran en la co-creación de ciudades más amables a partir de la movilidad urbana sustentable.
Teniendo en cuenta lo anterior, ¿por qué se afirma que está pendiente desarrollar la ciclo-inclusión? La razón es simple: incorporar criterios específicos de diseño, planificación y gestión para promover el uso de la bicicleta en las ciudades requiere de políticas públicas ejecutadas con una coordinación intersectorial y nuestro país, que no escapa a la realidad del resto de Latinoamérica, carece de acciones sostenibles debido a la falta de capacidad institucional y financiamiento adecuado.
Promover el uso de la bicicleta en las ciudades requiere entender y atender las demandas ciudadanas, entendiendo a su vez que el Estado no se reduce sólo a instituciones públicas, sino también a las personas. Asimismo, el llamado a las instituciones es a comprender que una política de ciclo-inclusión no sólo requiere de reorganización de estructuras y funciones de un Gobierno sino también implica cambiar los patrones de comportamiento de los ciudadanos, entendiendo que la evolución en cómo nos movemos se logra desde abajo y no al revés. Para cumplir con este axioma, los gobiernos locales requieren ejecutar acciones concretas para optimizar la estructura de la gestión pública que administran. Además, así como resulta importante la planificación de la ciclo-inclusión a largo plazo y la consolidación progresiva de las políticas públicas para las ciudades, también lo es el hecho de identificar oportunidades de mejora en el corto plazo.
En síntesis, esta evolución en los procesos no debe ser materia exclusiva de las entidades gubernamentales y del sector público, sino también de otros grupos de interés como la academia, el sector privado y la sociedad civil. Siguiendo esa estrategia, el paradigma de la ciclo-inclusión y la consolidación de la bicicleta como medio de transporte urbano cotidiano podrán concretarse a partir del trabajo colaborativo y la coordinación interdisciplinaria.
Andrés Santelices es periodista y magíster en comunicación y educación. Es fundador de Educleta y actualmente es el encargado de proyectos en dicha organización.