Vicuña Mackenna y la independencia de Cuba
En la década de 1860, Vicuña Mackenna fue un férreo defensor de la independencia centroamericana. Mientras estuvo en Estados Unidos, apoyó las labores de la Sociedad Republicana de Cuba y Puerto Rico y buscó aportes económicos para financiar un ejército libertador.
El político consideraba que su papel de agitador en contra del Gobierno de Isabel II debía comenzar en Cuba, pues dicha colonia era el «flanco más débil de España» (Orrego Vicuña 1951). Con esta convicción, celebró numerosas conferencias con exiliados cubanos y puertorriqueños y fundó el periódico La Voz de la América. Órgano político de las Repúblicas Hispano-americanas y de las Antillas Españolas.
Dado que su visión de la historia se sustentaba en la idea de progreso, Vicuña Mackenna consideró inevitable la emancipación de la isla: «En virtud de esa ley […] operan las transformaciones de los pueblos […] que los llevan de lección en lección, de sacrificio en sacrificio a su felicidad y a su perfeccionamiento. Cuba ha aprendido ya bastante para merecer el título y el puesto de nación» ([1866]1872, 394).
Apoyó al partido revolucionario y criticó a los reformistas o liberales por su antagonismo con «las masas, la juventud [y] todos los elementos activos de la sociedad». En diversos escritos levantó la consigna «cubanos contra españoles» para expresar que la unidad partidista era la única forma de lograr la independencia ([1856]1872, 275).
También criticó a los opositores al régimen español que se exiliaron en Estados Unidos, pues consideraba que los afanes expansionistas de ese país sobre América Central y Cuba eran evidentes: «El águila del Norte contempla desde los sombríos farellones de las costas de Florida […] aquella presa de su codicia y aguarda con sus alas desplegadas solo la ocasión propicia para lanzarse sobre ella y anexarla» (cursiva en el original, [1856]1872, 22).
Diversos historiadores cubanos, entre ellos Emeterio Santovenia y Luis Fernández Marcané, ensalzaron la labor realizada por Vicuña Mackenna y lo tildaron de prócer de la independencia y precursor de José Martí. Incluso, para Orrego Vicuña, influyó en la creación de la bandera enarbolada por Carlos Manuel de Céspedes en el levantamiento de 1868, símbolo de los primeros triunfos del movimiento cubano anticolonial (1951, 15).
Insurrección en Cuba: expedición libertadora
Vicuña Mackenna consideraba que la forma más eficaz de atacar al Gobierno español era mediante la liberación de Cuba, por lo que solicitó a las autoridades chilenas apoyo económico para financiar una empresa armada y organizar un ejército independentista. A su juicio, el fin del dominio colonial antillano abriría nuevas rutas de comercio para las naciones europeas y americanas y permitiría incorporar al mercado los diversos recursos naturales de la isla.
Su proyecto consistía en librar una guerra en el mar caribeño. Para ello, la expedición debía partir desde el Callao, cruzar el Istmo de Panamá y desembarcar en Santiago de Cuba. En una nota fechada el 22 de abril de 1865, le explicó al canciller lo que necesitaba para concretar su empresa: «Este plan es mucho menos difícil de lo que parece a primera vista [y necesitaría] de quinientos voluntarios chilenos y mil quinientos peruanos, considerados estos últimos más a propósito para el clima cubano» (Orrego 1951, 28-29).
Como no obtuvo respuesta de la administración, dirigió sus esfuerzos a los gobiernos de Perú y Venezuela. Al presidente peruano, Mariano Prado, le aseguró que su plan no era antojadizo, sino resultado de un estudio de las condiciones geográficas e históricas: «La mejor prueba de mi convicción, es que estoy dispuesto a ir yo mismo». Por su parte, al Gobierno venezolano le solicitó que alistara «dos o tres mil hombres», a los cuales él mismo conduciría y equiparía (Orrego 1951, 31).
En clara analogía con el proceso independentista sudamericano, Vicuña Mackenna recurrió a las acciones de los ejércitos libertadores de San Martín, O´Higgins y Bolívar para ejemplificar que el éxito de la empresa requería de esfuerzos mancomunados.
El Gobierno de Prado respondió afirmativamente, pero su apoyo nunca se concretó, mientras que el mandatario venezolano señaló que no podía sumarse dada la situación económica y militar que vivía su país.
En agosto de 1866, las gestiones de Vicuña Mackenna se interrumpieron debido a que la administración chilena solicitó su regreso. En Diez meses de misión a los Estados Unidos, el historiador expresó que sus esfuerzos independentistas no dieron fruto por las directrices de la política internacional de Estados Unidos y porque los chilenos nunca ofrecieron su dinero.