Dejar de ser invisible
Cuando camino o pedaleo por Santiago, cuando veo sus calles y habitantes o los lugares que regularmente recorro, en términos generales, distingo una percepción de igualdad en el uso de los espacios, similares posibilidades de acceso e incluso, gustos similares; sin embargo, a diario constato en los aspectos más prácticos y cotidianos de la vida, que aún nos queda mucho trecho por avanzar y que el camino hacia una sociedad más equitativa, justa, democrática y segura para las mujeres, comienza en instituciones como la familia, la escuela, el estado y los medios de comunicación.
Para nosotras, el espacio público ha sido uno de los principales lugares en los que se manifiesta la invisibilización a la que hemos estado sometidas. El sistema patriarcal ha normado formas de ser y 'deber ser' que definen reglas de conductas; qué hacer, cómo, con quienes y dónde. En este contexto, es interesante reflexionar sobre la forma en la que las mujeres habitamos la ciudad y cómo nos hemos organizado para romper con los modos patriarcales.
El siglo XX fue conocido como el siglo de las mujeres, ya que los avances en cuanto a su condición social, política, laboral, educacional, artística, económica y familiar fueron mucho más significativos que lo ocurrido en épocas precedentes. Sin embargo, los espacios que usamos actualmente son reducidos, injustos y peligrosos, pero además, en esos espacios somos invisibles. Nuestra historia no está escrita en la ciudad como está la de los hombres y existe una especie de división sexual de la calle, en la que las mujeres aparecen principalmente como objetos y/o víctimas de ciertas representaciones simbólicas.
Ya es tiempo de que avancemos hacia un paradigma más justo sobre el uso del espacio público -en el que las mujeres podamos caminar libremente y veamos reflejada en la ciudad la historia que también hemos construido- y que la sociedad comprenda que la calle hace años dejó de ser un espacio exclusivo para los hombres.
¡Fuerza Nabila!
Fernanda Martínez: ciclista urbana, feminista y callejera, es Licenciada en Historia de la Universidad de Santiago, tiene estudios de género en la Universidad de Chile, es presidenta del Centro Cultural Bicipaseos Patrimoniales y actualmente se desempeña como encargada de Desarrollo Institucional del Museo de la Educación Gabriela Mistral.
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