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Vicuña Mackenna: cronista y actor de la Guerra del Pacífico

Solapas secundarias

Vicuña Mackenna: cantor de las glorias del Ejército

La escritura histórica y biográfica fueron medios de pedagogía política y fomento nacionalista durante el siglo XIX. En ambos géneros Vicuña Mackenna destacó y contribuyó a la creación de una historiografía republicana basada en la glorificación de héroes militares y cívicos.

En la dedicatoria de Historia de la campaña de Tacna y Arica, 1879-1880, elogió "A los bravos i magnánimos jefes, oficiales, soldados i marinos que ofrecieron a Chile en holocausto sus nobles vidas en los combates de tierra i de mar (…) estas pájinas [sic] de admiracion [sic], de justicia i de gratitud (…) dedícalas el autor como el íntimo, profundo i cariñoso homenaje de su alma de chileno i de su mision [sic] de escritor".

Sus esfuerzos de exaltación patriótica también se expresaron en los discursos celebratorios a los héroes caídos, en las arengas a los soldados que se embarcaban al norte desde Valparaíso, y en los meetings en favor de la causa bélica chilena.

Álbum de la Gloria de Chile fue un homenaje al Ejército y la Armada. Con más de 500 páginas, contiene las biografías de los principales tenientes, sargentos, comandantes y guardiamarinas, además de algunos soldados anónimos. Para retratar sus rostros y cuerpos, Vicuña Mackenna utilizó poemas, cartas y postales que ellos mismos o sus familias le enviaron desde el campo de batalla.

En el libro celebró a todos estos hombres por su "elevado patriotismo", y por dedicar su vida a la patria los llamó "inmortales". De ellos destacó la abnegación, sacrificio, disciplina y sentido del deber, valores que debían ser un ejemplo para los ciudadanos y servidores de las instituciones republicanas.

Su apoyo a las instituciones militares se tradujo en diversas iniciativas parlamentarias que presentó en pleno conflicto bélico. Entre ellas destacaron:

  • La promoción y respaldo a la construcción del monumento a las víctimas del 21 de mayo, y la compensación económica a sus combatientes.
  • La solicitud de un aumento de sueldo para los soldados, y un mejoramiento de las condiciones del ejército en campaña.
  • Las mejoras al sistema de pensiones para las familias de los altos rangos militares, sobre todo para quienes cumplieron roles destacados en las contiendas.

Según Vicuña Mackenna, la conducta del gobierno no daba cuenta del reconocimiento que Chile debía a los héroes militares. En El Nuevo Ferrocarril, El Mercurio, y sus discursos senatoriales, criticó la conducción del proceso bélico, la que tildó de negligente y carente de audacia.

Esta defensa férrea de las acciones emprendidas por el Ejército y la Marina le valió el reconocimiento de los militares. A diario los soldados lo visitaban en su quinta de recreo para transmitirle las novedades del conflicto, y cuando falleció en 1886 levantaron un monumento en la Alameda con una placa recordatoria al "cantor de las glorias del Ejército". Hoy este busto se encuentra a los pies del Morro de Arica donde luce la inscripción: "¡No soltéis el morro!" (Orrego Vicuña, 1939:220).

Vicuña Mackenna y la figura heroica de Arturo Prat

En mayo de 1879 el Huáscar hundió la corbeta chilena Esmeralda, mientras Perú perdía la fragata Independencia que encalló frente al ataque de la Covadonga. La batalla se conoció como Combate Naval de Iquique, y Vicuña Mackenna tuvo un papel esencial en la creación del relato heroico de esa jornada.

Dos meses después de la contienda publicó Episodios marítimos. Las dos Esmeraldas, libro en el que relató esta gesta, la historia del barco, y su participación en la batalla del 21 de mayo. Elevó las figuras de Lord Cochrane y Arturo Prat a las "cumbres de la epopeya", y expresó el reconocimiento y gratitud nacional a su madre María del Rosario, y a su viuda, Carmela Carvajal.

Los informes periodísticos que escribió para El Mercurio y El Nuevo Ferrocarril relataron el funeral y entierro de Prat, y destacaron las condecoraciones oficiales. Este hecho marcó tempranamente su condición ejemplar al diferenciarlo de los demás combatientes que fueron enterrados en fosas comunes en el mismo campo de batalla (Arredondo, 2007).

Para el senador, el "héroe verdadero i completo en toda la estension [sic] del significado de esta palabra antigua" (1879:19), fue el capitán de la Esmeralda, a quien dedicó una sentida biografía:
"I lo único que en semejante dolor alivia i alza el ánimo, es la esperanza de que la hora del apoteosis no se halla lejos, que el cincel del arte labra ya el cáliz destinado a recojer [sic] las últimas lágrimas, que el semi-dios de la historia va al fin a encontrar en los dinteles de su cuna el altar marmóreo que consagrará, con los reflejos del bronce enemigo herido por el sol de Chile, su ínclita, inmensa, imperecedera gloria" (1883:127).

Los relatos heroicos sobre el combate y la captura del Huáscar, despertaron un notable entusiasmo en la población. A poco de ocurrida la batalla, la nave peruana inició un viaje por el país con el fin de que los habitantes pudieran estar cerca del "buque altar" donde Prat se había inmolado.

En Santiago, el mismo Vicuña Mackenna organizó una exposición de artefactos históricos pertenecientes al barco. Con el apoyo de Manuel Lira, otro de sus informantes y proveedores de documentos, presentó en mayo de 1880 esta colección de objetos en una muestra que tituló "Preciosas reliquias del Huáscar" (McEvoy, 2009: 153-154).